Testimonio de VIDA
Escucho Claro de Luna de Ludwig van Beethoven y reflexiono y recuerdo la petición de Nelly en relación con los dos Diplomados y evoco el cúmulo de valiosa información recibida en cada uno de los módulos y experimento mi participación en forma activa y mi alto nivel de compromiso y no puedo sino diariamente detenerme, arrodillarme en visualización creativa, puesto que en estos momentos no lo puedo hacer por mi limitación física ya que por la fractura del borde de la rótula me veo impedida a hacerlo, y detenerme un instante que se convierte prácticamente en una hora y doy gracias a Dios mi creador de seguir encontrando mi camino mi misión y es la de peregrinaje en oración acabando de llenar mi caja de herramientas aprendidas y Orar al Estilo de Jesús complementando con cualidades como la sencillez, espontaneidad, paciencia, amorosidad, tranquilidad, e irradiando bienestar, alegría, entusiasmo y humildad.
Lo que aprendí en el diplomado es mucho más grande que lo aprendido en mis dos carreras y en los dos Magister y que me formaron moral y éticamente, los cuales pude ejercer en mi vida profesional al tener cargos de mucha responsabilidad al combatir la corrupción administrativa en entidades estatales y en la industria farmacéutica, más eso no me llenaba porque me sentía vacía seca, por cuanto lo aprendido eran normas de control y control que yo cumplía sin tener la esencia y ser una mujer espiritual. En 1989 me acerque a la religiosidad, ya adulta, de 42 años, hice mi primera comunión con el padre Ángel Hernando Uribe Carvajal, OCD, en Villa de Leyva.
Más tampoco esto fue suficiente porque algo faltaba y empecé a padecer de depresiones difíciles de sortear y fui a varios retiros espirituales que contribuían a sentirme mejor y recaía, hasta que en el 2016 empecé a asistir al Instituto Carmelitano de Espiritualidad y me sentía mejorada anímica, física y espiritualmente. Hice el primer diplomado "El orante en la ciudad, contemplar la ciudad desde la fe", y me sentía mejor y me encontré con Dios recordé cuando dictaba seminarios de crecimiento personal que las personas catalogaban como espirituales sin que yo en algún momento lo nombrara a Él.
A comienzos del 2017 hice el segundo diplomado "Orar al estilo de Jesús, pistas bíblicas y carmelitanas", y me encontré con Jesús en mi prójimo, y es lo que he hecho siempre al facilitar experiencias a los seres humanos sin que ellos se den cuenta y que ellos mismos encuentren sus propias respuestas, vinieron a mi mente las palabras llenas de sabiduría de Elizabeth Kübler Ross, médica estadounidense, quien fue experta en duelo en enfermos de cáncer, VIH Sida y pacientes terminales que recuerdo en este momento:
“Busqué a mi alma, a mi alma no la pude ver.
Busqué a mi Dios, mi Dios me eludió.
Busqué a mi hermano y los encontré a los tres”.
Cada uno de los conferencistas sembró una semilla espiritual que yo abonaré, regaré, amaré y consentiré para dar fruto y yo pueda recoger la cosecha para luego esparcir las semillas en mí y en los seres humanos que se cruzan en mi caminar cotidiano bajo la anuencia de la Santísima Virgen María y de la Santísima Trinidad.
Lo más hermoso que me sucedió es que tuve un encuentro con Jesús que transformo mi vida al darme cuenta, saber y comprender que Dios me ha amado siempre y me ha sacado de vivencias que me yo me he dejado llevar a hondonadas negras aterradoras y ver la claridad de la luz en la oscuridad y poder gritar en el silencio “SOLO DIOS BASTA".
Yo era una y ahora soy otra. Estoy maravillada y me siento consentida y bendecida por Dios.
Al terminar mi jornada diaria, mentalmente volaré por los aires cual mariposa que brota de su crisálida y los vientos me llevaran al encuentro con mi Creador y mis ángeles protectores y les entregaré mis experiencias positivas y las negativas, que sirven para mi evolución espiritual, para direccionar mi caminito hacia la eternidad.
Por último, tener muy presente de aprender de la sabiduría de los ancianos, de los excluidos por la sociedad, de los habitantes de las ciudades pequeñas y los campos.
Lo que me impresiono profunda y espiritualmente fue la homilía de clausura, la entrega de la cruz que me recordó la valentía de Dios al entregarnos a su hijo Jesús para salvarnos como pecadores lo que para mí es un acto de ternura y amor incondicional único, sin precedentes y lógicamente el juramento de grado en el cual hice un compromiso ante Dios y mi patria de Orar al estilo de JESÚS.